Los laboratorios microbiológicos constituyen medio ambientes de trabajo especiales, generalmente únicos, que pueden presentar riesgos de enfermedades infecciosas identificables para las personas que se encuentren en o cerca de ellos. Durante todo el transcurso de la historia de la microbiología, las infecciones se han contraído en el laboratorio. Los informes publicados hacia fines del siglo pasado describieron casos de tifoidea, cólera, muermo, brucelosis y tétano1 adquiridos en el laboratorio. En 1941, Meyer y Eddie2 publicaron un estudio de 74 infecciones de laboratorio con brucelosis que se habían producido en los Estados Unidos, y concluyeron que la “manipulación de cultivos o especímenes o la inhalación de polvo con contenido de organismos de Brucella constituye un peligro inminente para quienes trabajan en los laboratorios”. Algunos casos se atribuyeron al descuido o a malas técnicas en la manipulación de materiales infecciosos.
La experiencia ha demostrado la prudencia de las prácticas, procedimientos e instalaciones del Nivel de Seguridad 1-4 descriptas para la manipulación de agentes etiológicos en laboratorios e instalaciones de animales. Si bien no existe un sistema de información nacional para reportar infecciones de laboratorio, la información anecdótica sugiere que el cumplimiento estricto de estas normas contribuye a lograr un medio ambiente de trabajo seguro para los laboratoristas, el equipo de trabajo y la comunidad circundante. Para reducir aún más el potencial de infecciones de laboratorio, las normas presentadas en esta publicación se deben considerar como una orientación mínima para la contención. Dichas normas deben adaptarse a cada laboratorio individual y se las puede utilizar junto con otra información científica disponible.
